Miguel Hidalgo y Costilla tiene la distinción única de ser un padre en tres sentidos de la palabra: un padre sacerdotal en la iglesia Católica Romana, un padre biológico que tuvo hijos ilegítimos en desafío de sus votos sacerdotales, y el padre de la patria, Mexico. A diferencia de George Washington, Hidalgo nunca llego a ser presidente del país, sin embargo al igual que Washington, Hidalgo fue el hombre que puso en marcha la lucha de la independencia contra un país europeo que había llegado a ser excesivamente opresivo.
Miguel Hidalgo nació en la hacienda de Corralejo cerca de Pénjamo, Guanajuato, el 8 de mayo de 1753. Su padre, Cristóbal, era un criollo de la clase media que trabajaba como el administrador de la hacienda. El joven Miguel fue enviado al Colegio San Nicolás en Valladolid, donde recibió su licenciatura en teología en 1773 y fue ordenado sacerdote en 1778.
Hidalgo nunca tomó sus votos sacerdotales demasiado en serio. Engendró a dos hijas fuera de matrimonio, leyó los trabajos anticlericales de los filósofos enciclopédicos franceses y parecía considerar a la iglesia mas bien como una empresa que le proveería de un ingreso regular. Entre compañeros de clase en el Colegio San Nicolás, Miguel era conocido como "el zorro".
Entre las características excepcionales de Hidalgo, se cuentan dos: como un empresario y como humanitario, con estos dos papeles entrelazados inextricablemente. Después de su ordenación, ascendio constantemente la escala jerárquica de la iglesia, cada vez sirviendo en una parroquia más rica y mejor acomodada. En 1803, en la edad de cincuenta, llegó en la ciudad de Dolores, en Guanajuato de acompañada por una comitiva que incluyó un hermano menor, un primo, dos medias-hermanas y a dos hijas ilegítimas. Su hermano mayor, hombre de influencia, le había ayudado a conseguir este puesto en la parroquia de Dolores, trabajo que le redituaba entre ocho y nueve mil pesos anualmente.
Una vez instalado en Dolores, Hidalgo cedio la mayor parte de los deberes administrativos a uno de los curas asistentes, padre Francisco Iglesias, y entonces se dedicó casi exclusivamente a los quehaceres intelectuales, a la actividad humanitaria y a los negocios. En un esfuerzo vigoroso para mejorar el bienestar económico de sus feligreses, el Hidalgo transformo su casa en una escuela nocturna para los artesanos locales. Fundó una fábrica de cerámica, con lugar para el procesamiento de curado del cuero, cultivo árboles de mora para el alimento de gusanos de seda, planto viñedos y los olivares, establecio talleres de carpintería, de hilados de las lanas, de herreria y talleres de tejidos.
El crecimiento político e intelectual de Hidalgo fue consolidado por calidad de miembro en las sociedades literarias que eran tan frecuentes en México colonial a principios del siglo XIX. Estos círculos literarios, que pronto se convirtieron en círculos políticos, eran las incubadoras verdaderas del movimiento de la independencia en México.
El deseo de Hidalgo de la libertad para su gente también fue alimentado por un fuerte instinto igualitario. En Dolores y San Felipe, su parroquia anterior, Hidalgo abrió su casa no sólo en los intelectuales criollos disidentes de quienes él derivó muchos de sus ideas pero también a los indios y a los mestizos oprimidos. Fue la empatía de Hidalgo con las masas lo que sería su gran virtud pero a la vez un defecto fatal para el movimiento de la independencia una vez comenzado.(cont...)